A veces es mejor abrazar a los sueños y a la imaginación que tenerlos por cuentos de hadas que revolotean en la mente de ilusos.
En compañía de mi amigo Sancho hemos de recorrer aqueste teirra, desfaciendo entuertos y procurando librar al mundo del mal… Todo esto y más en nombre de la sin par Dulcinea del Toboso, la dama de mis deseos, la que hace que mi corazón brille más que un amanecer, la que gobierna en un reino de oro y luz que nadie ha visto, la que se alza como la destinataria de mis versos y estocadas.
¡Gigantes he de mutilar con el brillo de mi espada! ¡Y pobre de aquel que ose insultar a mi señora que es noble, de gran fermosura y dulce como el cantar de ninfas que se bañan en algún río castellano!
¡No hay ventas ni posadas! Sólo veo castillos y ciudadelas pertenecientes a grandes señores y cada día los sabios encantadores insisten en jugarme feo. ¡Aún así los arropo con la derrota y sigo incólume de alma!
Vestiré un acero hecho de vuestras últimas caricias y mi espada y mi corazón será sinónimos. ¿Un equino raquítico y famélico decís, oh gentilhombre? ¡La lengua os hurtaré y se la arrojaré a las serpientes! Ni el gran Amadís de Gaula ha montado un corcel mejor y su nobleza y magia es equiparable a la de pegaso.
Empero, nadie lucha por nada. Todos se acunan en la comodidad y el sedentarismo. Pocos salen en busca de aventuras. Escaso es el espíritu de amistad y nadie lucha con espada. Agora prefieren besar con muerte desde una distancia prudente, como cobardes.
¡Lontananza ya no es la misma! A lo lejos veo bandadas de pájaros metálicos que como céfiros de muerte lanzan huevos que provocan gran dolor y las ciudades son derivadas a la ruina en cuestión de segundos.
Nada dura lustros, nada dura décadas… Todo es un bucle que va y viene. Me lanzo al mar y llego al Nuevo Mundo en horas. Me lanzo al cielo y llego a Cipango en horas.
¡Mi espíritu no halla compañía! Dulcinea se cansó de vivir en el Toboso y quiso irse a Madrid y ahí se la pasa: No estudia, parrandea y cobra derechos de autor por los libros y películas que hacen uso de su persona. Así vive, en el lecho de las drogas y el reguetón. Su magia se fue con el medievo de los tiempos….
Los otrora empolvados caminos lucen el maquillaje del hormigón y el alquitrán. Los ríos son el cobijo de los residuos de alguna fábrica y la tierra ya no es y no volverá a ser la misma.
Las mariposas no volverán a este lugar a menos que yo venza en ardua lid a un gigante más grande que Caraculiambro…
Voy a la deriva de los sueños junto a mi amigo y escudero, Sancho Panza. El destino pocas veces nos sonríe pero nuestra fuerza de voluntad y el amor nos da nuevos bríos para continuar infatigablemente.